CÓMO LOS DODGERS MOLDEARON CALIFORNIA: Lo bueno, lo malo y el camino a la redención
Cuando la gente piensa en los Dodgers de Los Ángeles, suele pensar en jonrones, gorras azules y el legendario Jackie Robinson. Pero tras la gloria y la deportividad se esconde una historia triunfal y trágica a partes iguales: una historia de desplazamiento, injusticia sistémica y la compleja danza entre la traición y la redención de la comunidad.
Los orígenes: De Brooklyn a Chavez Ravine
El traslado de los Dodgers de Brooklyn a Los Ángeles en 1958 se anunció como un momento de expansión e innovación. Pero para las comunidades que vivían en Chavez Ravine -principalmente familias mexicano-estadounidenses de clase trabajadora- fue el comienzo de un traslado forzoso, promesas incumplidas y un legado de dolor que aún se siente.
Chavez Ravine, donde ahora se encuentra el estadio de los Dodgers, fue en su día un barrio próspero y autosuficiente formado por tres comunidades: Palo Verde, La Loma y Bishop. Los residentes, muchos de los cuales eran mexicano-americanos e indígenas californianos de segunda o tercera generación, vivían en casas modestas, construían huertos comunitarios, regentaban negocios locales y celebraban ricas tradiciones culturales.
Pero a principios de la década de 1950, la ciudad de Los Ángeles, con el pretexto de la renovación urbana y la "limpieza de barrios marginales", utilizó el dominio eminente para arrebatar los terrenos a estas familias. A los residentes se les prometieron viviendas públicas asequibles y se les desplazó con la esperanza de devolverlas. Esa promesa nunca se cumplió. Tras la presión política y el alarmismo en torno al socialismo y las políticas raciales, se abandonaron los planes de vivienda pública y la ciudad vendió los terrenos a Walter O'Malley, que construiría en su lugar el estadio de los Dodgers.
Llegaron las excavadoras. Los residentes fueron desalojados por la fuerza, algunos sacados a rastras de sus casas por la policía. No se trataba sólo de una cuestión de tierras, sino de un borrado cultural y una violenta continuación del colonialismo de colonos que fundó California: el despojo de las comunidades indígenas y marrones en nombre del progreso y el beneficio.
Colonialismo, desplazamiento y el proyecto sistémico
Esta historia no es única. La historia de California está profundamente arraigada en la expansión colonial y la supresión sistémica: desde las misiones españolas que esclavizaron y convirtieron a los pueblos indígenas, pasando por la fiebre del oro que trajo consigo el genocidio y el robo, hasta las líneas rojas y los pactos raciales que siguieron en el siglo XX.
El desplazamiento de las familias de Chavez Ravine representa un momento clave en el patrón más amplio de injusticia institucionalizada, que vincula el pasado con el aburguesamiento actual, la desigualdad en la vivienda y la policía racializada. Lo que le ocurrió a Chavez Ravine no fue un error puntual, sino el resultado de un sistema diseñado para dar prioridad a la riqueza de los blancos y a los intereses de las empresas por encima de la gente de color.
Este contexto sentó las bases del Movimiento Chicano de los años 60 y 70, que surgió en parte de la rabia y la traición que sintieron las comunidades tras la pérdida de Chavez Ravine. Este movimiento luchó por la justicia educativa, los derechos laborales, el reconocimiento cultural y la recuperación de tierras, y sigue inspirando el activismo en toda California en la actualidad.
El incidente de los CIE: Desconfianza arraigada en la historia
En 2024, estalló una nueva polémica relacionada con los Dodgers y los rumores de una colaboración del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). En las redes sociales se difundieron acusaciones de que se había permitido el acceso de agentes del ICE al estadio de los Dodgers durante una noche comunitaria, lo que provocó protestas y reacciones en contra.
Aunque los Dodgers negaron estas afirmaciones y más tarde aclararon que el ICE no estaba presente y que se había denegado el acceso a la Seguridad Nacional, el daño ya estaba hecho. La reacción de la comunidad no nació de una conspiración, sino de un patrón histórico de traición, desplazamiento y exclusión.
Cuando varias generaciones han vivido el acaparamiento de tierras, las promesas incumplidas y el borrado cultural, la confianza no se restablece fácilmente. El miedo a que los CIE estuvieran presentes en una reunión pública no era irracional: era heredado.
No se puede culpar a la comunidad por creer lo peor. No reaccionaban sólo a un rumor, sino a décadas de precedentes. Puede que los Dodgers no hayan abierto sus puertas al ICE, pero el legado de Chavez Ravine perdura como una herida que nunca cicatriza del todo.
En todo caso, la reacción fue una señal de que las comunidades de color siguen estando hipervigilantes y de que las instituciones deben ir mucho más allá de la negación: deben recuperar la confianza, acción por acción.
Caminos hacia la redención: La responsabilidad de los Dodgers y los esfuerzos actuales
Comprender todo el peso de esta historia es entender que los Dodgers, como franquicia, se beneficiaron directamente del desplazamiento y la violencia institucional. Durante décadas, guardaron silencio sobre su papel. Sin embargo, ese silencio ha empezado a romperse.
En los últimos años, los Dodgers han tomado medidas para reconocer su historia e invertir en las comunidades a las que una vez perjudicaron. A través de la Fundación de los Dodgers de Los Ángeles, la organización financia programas educativos, iniciativas deportivas y esfuerzos en pro de la equidad sanitaria destinados a mejorar la situación de los jóvenes desfavorecidos de Los Ángeles.
Entre las iniciativas más destacadas figuran:
Dodgers Dreamfields: transformar campos de béisbol abandonados en espacios seguros para los jóvenes de barrios desfavorecidos.
College and Career Accelerator: ofrece tutoría y becas a estudiantes universitarios de primera generación.
Programas de salud y bienestar: incluye talleres de salud mental y apoyo nutricional para las familias locales.
Aun así, estos son sólo puntos de partida. Aunque estos programas proporcionan apoyo, no borran la historia. La verdadera redención requiere una rendición de cuentas sostenida, justicia reparadora y la elevación de las voces desplazadas en el liderazgo y la narrativa de la organización.
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El paisaje de hoy: El colonialismo no ha terminado: se ha rebautizado
Las injusticias de Chavez Ravine no eran una reliquia, sino el primer capítulo de un libro que continúa. En la actualidad, las comunidades indígenas y marrones de California siguen enfrentándose a un desplazamiento sistémico: desde el aumento del coste de la vida en el este de Los Ángeles hasta las luchas urbanísticas en Boyle Heights, desde la persecución de los jóvenes negros y marrones por parte del Estado carcelario hasta la eliminación de las reivindicaciones territoriales indígenas.
El colonialismo en Estados Unidos no ha terminado. Simplemente ha evolucionado, a través de la política económica, las lagunas jurídicas y el aburguesamiento disfrazado de revitalización.
Mientras California se enfrenta a una crisis de la vivienda, al racismo medioambiental y a la criminalización de la protesta, el llamamiento es más fuerte que nunca: no necesitamos una reforma; necesitamos una reconstrucción.
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La llamada a la acción: Desmantelar el sistema, reconstruir con equidad
Esto es más que la historia de un equipo de béisbol. Trata de cómo los sistemas eligen el beneficio por encima de las personas, y de cómo quienes tienen el poder deben rendir cuentas.
Los Dodgers tienen la oportunidad de ir más allá de las campañas de relaciones públicas. La verdadera redención significa:
Creación de un Fondo de Justicia Reparadora para los descendientes de las familias desplazadas.
Reconocimiento formal de Chavez Ravine en exposiciones en estadios, medios de comunicación y actos públicos.
Financiar iniciativas de recuperación de tierras y vivienda basadas en la propiedad comunitaria.
Contratación de historiadores de la comunidad y descendientes desplazados para que desempeñen funciones de liderazgo y toma de decisiones.
No basta con construir un campo en el barrio de otro. Es hora de devolver la tierra, compartir el micro y construir un sistema en el que la equidad sea la base, no una ocurrencia tardía.
LLAMADA A LA ACCIÓN: Pon tu dinero donde está tu boca
Se puede amar el béisbol (y a los Dodgers) y seguir pidiéndoles cuentas. La redención es posible, pero sólo si se basa en la verdad, la equidad y la curación colectiva. California se merece una nueva historia, en la que las mismas personas que fueron expulsadas sean finalmente incorporadas, respetadas y restauradas.
Juguemos, pero esta vez hagámoslo bien.